• “The Wolf House explores the idea of house and family as something perverse and welcoming simultaneausly, a place where you always have to go back, but in which our deepest fears are born and hidden (. . .) What’s terrorific it’s not only the house itself, but rather the way in which the house and its inhabitants become more familiar to the humans that made them and observe them. On route to realism, the characters of The Wolf House turn into even more stranger, darker, and sinister beings. Even more so than ourselves.”

    Gonzalo de Pedro: Otros Cines España

    “Each image of their visually stunning and horrifying (. . .)The film explores, in a visceral way, how one thing can morph into another in very fluid process, turning a dark corner at any moment.”
    Nina Siegal: The New York Times 

    “A journey to another realm of deepest fantasies (nightmares) that were conceptualized by a greater imagination.”
    Otros Cines 

    “A hypnotic excercise, where, ultimately, what is being discussed is the consistency of image in film.”
    El Mundo 

    “The Wolf House offers a disturbing experience.”
    The Hollywood Reporter


  • “There are no stagecoaches or six-shooters in this sharp, simmering drama of German-Bulgarian discord, but the spirit of John Ford graces it.”

    – Guy Lodge, Variety

    “An amazing existential study of masculinty.”
    – Sight and Sound Magazine 

    “A powerful drama, deeply human and intrinsically politico. It evokes the cinematic poem Beau Travail by Claire Denis.”
    – Daniel Kasman, MUBI Notebook

    “Valeska Grisebach uses the tropes of the western genre to tell a story that resonates globally.”
    – Peter Kelly, Cinema Guild production director

     

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    «Este retrato de la vida rural dirigido por Yulene Olaizola posee una infinita capacidad de observación y tratamiento sutil en la descripción de ese inmovilismo geográfico y de los motivos que llevan a esos seres siniestros a cerrarse en banda frente al desconcertante avistamiento del exterior. Su conservadora narrativa y su escrupulosa puesta en escena, predominante al minimalismo de orfebrería, otorgan un estatus de implicación con ese anacrónico relato sobre el paso del tiempo y su latente amenaza hacia aquellos que no parecen preocuparse por él, ante la soberbia y la austeridad latentes».
    — F.J Guerrero: Cine Maldito

    «La narrativa está estructurada al rededor de la ausencia y el vacío. Se apunta seguido en dirección a la muerte. Es acerca de la soledad y la desesperanza. Un ejemplo excelente del cine “lento”».
    — Nadin Mai: The Art of Slow Cinema

    «Lo mejor de la película es la fotografía y el juego que realiza la directora al comparar Fogo con los habitantes de la isla, el detenerse en los detalles áridos del lugar, en los rostros enjuntos, en la soledad del paisaje y en la aún más mortal soledad de aquellos no están solos».
    — Irving Torres Yllán: CineNT

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    «Si hay una emoción que Seidl ha demostrado saber expresar a través del lenguaje cinematográfico, esa es la crueldad (. . .) En Pararíso: Amor hace como que se está dedicando a filmar una realidad que existe, que no es ficción, que está sucediendo».
    – Christian G. Carlos: Cinedivergente

    «En ‘Paraíso:Amor’, la cámara de Seidl asiste impasible a la imposibilidad de diálogo entre una mujer de mediana edad que busca el amor en el turismo sexual y un Otro encarnado en un Tercer Mundo destrempado sin otra salida para su supervivencia que la depredación lúbrica. El resultado es una película tan triste y brutal como verdadera, que confrma el exigente afinamiento del tono Seidl».
    – Jordi Costa: Fotogramas

    «Seidl constantemente obliga al espectador a sentirse incómodo. Incomodidad que surge de los paradigmas que revoluciona constantemente».
    – Daniel Cholakian: Cineramaplus

    La película de Seidl se nos presenta en forma de dicotomías: blanco/negro, gordo/flaco, hombre/mujer, rico/pobre (. . .) compleja, desafiante, Paraíso: amor es una cruel exploración de que tan diferente a nosotros nos podemos comportar cuandoe estamos de “vacaciones” y lo mucho que eso dilucida quien realmente somos».
    – Jessica Kiang: Indiewire

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    «La travesía mostrada en largas y apacibles tomas de ambos personajes cruzando los enormes deltas del río, se trastoca la mañana en la que una sorpresa deja al “hombre blanco” indefenso ante el territorio desconocido en el que se encuentra y en el que la soledad, la desesperación, la ansiedad y el descentramiento serán los motores de la lucha por su propia supervivencia».
    — Hans Lucas: EnFilme

    «El río solía ser hombre parece hablarnos sobre una relación, la del protagonista, con todo el entorno que le rodea; pero no sólo un entorno en el que permanece perdido durante los primeros compases del film, sino también aquel que nos remite al folklore y la leyenda cuando, por fin, consigue encontrar rastros de vida humana, de sociedad».
    — Cine Maldito

    «El río solía ser un hombre es una cinta llena de emotividad, que toca el nervio y que de manera muy simple logra hablar de un mundo completamente extraño».
    — Goethe Institute

    «Las imágenes de El río solía ser hombre articulan una plástica de los dominios del delta africano. Desde el encuentro del muchacho hasta la jornada final, el filme es contemplación. La vastedad de la planicie se impone con extensiones de verdor bronceado y rumores de naturaleza en directo. Es una película-atmósfera que acumula texturas visuales y sonoras como si fueran caras y voces».
    — Rodrigo Martínez: Punto en línea

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    “El filme es propositivo, esconde en sus juegos escénicos y rupturas ficcionales la esencia que subyace a la trama: la literatura y el teatro como vías de rehumanización sin perder ese motivo, ese brillo que impulsa a cada uno a vivir el día a día”.
    — Aurora Alejandra Lomelí Pérez: Rodando Cine

    “El brillo de los días brilla principalmente en sus diálogos y en la química entres sus dos personajes principales”.
    — Domenico La Porta: Cineuropa

    “Un retrato de las vidas que se viven en asilamiento y soledad (. . .) para Covi y Frimmel, no es en los encuentros dramáticos en los que se desarrollan sus personajes, sino en los momentos improvisados de conversación y gestos inesperados”.
    — Andrew Schenker: Slant Magazine

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    Siempre que miraba el mapa de mi país, veía una gran incógnita.
    Casi la mitad de él estaba cubierto por un territorio oculto, por un manto verde, del que nada sabía.
    Es el Amazonas, tierra inabarcable, que hemos reducido a unos pocos conceptos.
    Coca, droga, ríos, indios, guerra.
    Realmente no hay nada más allí?
    No hay una cultura, una historia?
    No hay un espíritu que trascienda?
    Los exploradores me enseñaron que sí.
    Aquellos hombres que lo dejaron todo, que arriesgaron todo, para mostrarnos un mundo que no
    podíamos haber imaginado.
    Y que hicieron contacto.
    Ese encuentro se dio en medio de uno de los genocidios más crueles que ha visto la humanidad.
    Puede el hombre, a través del arte y la ciencia, trascender la brutalidad?
    Algunos hombres lo hicieron.
    Los exploradores han contado su historia.
    Pero los nativos no.
    Su historia es esta.
    Un pedazo de tierra del tamaño de un continente, que no se ha contado.
    Que no existe en el cine de nuestra América.
    Ese Amazonas ya se ha perdido.
    Pero en el cine, puede volver a existir.
    Pero en el cine, puede volver a existir.
    —CIRO GUERRA

    “En este momento no me es posible saber, querido lector, si la selva infinita ha comenzado en mí el proceso que ha tenido en muchos otros que se han aventurado en estas tierras, el de llegar a una completa e irremediable locura.
    Si este es el caso, solo puedo disculparme y pedir su entendimiento, pues lo que he visto y atestiguado en aquellas horas encantadas fue tal que es imposible describirlo con palabras que puedan acercarnos a tal belleza y esplendor. Lo único que sé es que, al igual que los demás que han despojado el grueso velo de sus ojos, cuando regresé yo ya me había convertido en otro hombre”.
    —THEODOR KOCH-GRÜNBERG, 1907